Buena gente

martes, 25 de junio de 2013

Mi amigo Busi; 1ª Parte



Hola a tod@s.

Hoy vengo a hablaros de ese viejo amigo que cada día me trae muchas más alegrías y que ya he bautizado, siendo fiel a esa costumbre que tenemos los hombres de ponerle nombre a todo, como Busi.

Ya hace tiempo que nos conocimos, fue una lejana y fría mañana allá por el mes de febrero. Era la primera vez que tras mucho intentarlo, conseguí tenerlo frente a frente. Nunca olvidaré aquella primera mirada clavándose en la mía. Es difícil de explicar con palabras cada una de las sensaciones que me invadieron dentro del hide mientras cruzábamos aquella mirada por unos segundos.

El tiempo ha pasado y hemos ido intimando. Él me ha visitado ya en numerosas ocasiones, y voy conociéndolo mejor poco a poco. Podría decir ya muchas cosas de mi amigo Busi. Es muy precavido, siempre que viene le gusta posarse en un poste cercano, desde donde gusta de otear a su alrededor antes de ir a comer de los suculentos manjares, que su amigo humano le suele traer amenudo. 

Como nosotros,  él también tiene sus "manías". Siempre le gusta posarse en el mismo posadero, y por muchos otros más apetecibles que le ponga, él vuelve una y otra vez al viejo tocón de higuera que es su preferido. Tras unos minutos se tranquiliza y decide bajar a comer. Una vez concluida la pitanza, se vuelve a subir al viejo tocón herido por el rayo, donde se acicala y limpia su pico y sus garras. Es entonces cuando me lanza esa fugaz mirada suya. Siempre lo hace, una y otra vez se repite en cada encuentro que tenemos. 

Me gusta pensar, que lo que pretende es decirme que sabe que su amigo humano se oculta tras aquel amasijo de arbustos. Me siente, sabe de mi presencia, pero intuye que uno lo que busca es regocijarse con su mera contemplación y él se deja hacer. Después, orgulloso, bate sus alas para elevarse alto, muy alto en el cielo, dejando tras de si una pregunta:¿cuando volverá a ser el próximo encuentro?........

Últimamente, y como en toda relación de amistad, suele darme más decepciones que alegrías y es que ya acude poco a nuestra cita. El amor y los hijos, absorverán la mayor parte de su jornada y ahora tiene poco tiempo para los amigos. En fin, ya vendrán días mejores y volveremos a estar juntos, a compartir sensaciones y miradas. Hay que darle tiempo al tiempo.  Busi sabe que tras aquel montón de arbustos siempre tendrá un amigo para lo que necesite. Hasta la próxima amigo mio.
 

Para unos buenos amigos, que aún no conocen la faceta buena de Busi, pero que estoy seguro que algún día la conocerán. Para ellos van dedicadas estas imágenes, que he decidido dividir en dos partes, de uno de mis grandes amigos naturales; Busi, el ratonero.



































martes, 18 de junio de 2013

Los abejarucos de Javi



Hola a tod@s.

Muchas son sin duda, las sensaciones que nos transmiten las fotografías cuando las vemos. En ocasiones nos transmiten, belleza, impresión, ternura, admiración... sin embargo las fotos que os muestro hoy a mi personalmente me transmiten una fuerte sensación de amistad. Si queridos amigos ya se que pensareis que es un poco extraño pero es lo que yo percibo al contemplarlas, una hermosa y auténtica amistad.

Conocí en persona a mi amigo Javi hace ya casi un año y desde entonces compartimos además de pasión por la fotografía, una gran amistad. Muchas han sido ya las jornadas de campo que hemos vivido juntos, unas con mayor éxito que otras, sobretodo en las que voy a Mérida como invitado suyo, en las cuales mi querido amigo se porta como un grandísimo anfitrión, de echo ya me conocen hasta en su familia, a la cual quiero agradecer desde aquí su amabilidad y hospitalidad para con mi hijo y conmigo.

En  una de estas bonitas jornadas, tuve la inmensa fortuna de poder ir a visitar a sus abejarucos. Y digo "sus" por que efectivamente lo son, son los abejarucos de Javi. Mucho ha sido su trabajo de campo pidiendo permisos, colocando "palitos", como suele decir él, y haciendo un exhaustivo seguimiento de la colonia de estos arco iris alados.

Y que como decía Félix Rodriguez de la Fuente, en la naturaleza suele haber quien se aprovecha del esfuerzo del vecino, en esta ocasión es el que les habla ese aprovechado de turno. Abusando de su infinita hospitalidad, pase una muy grata jornada en su compañía, fotografiando sus abejarucos.

Es una maravilla ver evolucionar en sus vuelos a estas hermosísimas criaturas y disfrutar con sus idas y venidas a esos posaderos que tiempo antes mi amigo colocó con tanto acierto para ellos. La sensación que se tiene teniéndolos en el visor de tu cámara a escasos metros y aguantando prácticamente la respiración para que no te descubran dentro del hide, es indescriptible.

Estas son algunas de las imágenes que pude captar ese día y que como digo van cargadas para mi de un fortísimo sabor a amistad. De amistad de las que van quedando ya muy pocas, y que yo tengo la suerte de compartir.

Por todo ello quisiera dedicártelas a ti , querido amigo. Como prueba de nuestra gran amistad y decirte que aunque yo como anfitrión estoy aún a años luz de ti, alguna vez tendrá que ser y espero ese día poder estar a tu lado.

Saludos querido amigo y te aseguro que la próxima vez será la vencida. 




































martes, 11 de junio de 2013

Milano Negro; objetivo cumplido



Hola a tod@s.

Sin duda no hay mayor satisfacción que conseguir los retos que, año tras año uno se va marcando. Muchas veces había observado a esos piratas aéreos que cada primavera regresan de sus cuarteles de invernada en África, para venir a criar a la península ibérica. Los milanos negros, esos oportunistas que cada día escudriñan cada rincón de nuestros campos en busca de algo que llevarse al pico.

Es un verdadero placer observar sus evoluciones en el aire, ya que estas aves son auténticas maestras del vuelo a planeo. Es impresionante ver sus cabriolas y picados al borde mismo de las carreteras en pos de los restos de los animales que mueren atropellados por los vehículos.

Cuando uno se fija un objetivo como este, sabe de antemano que no será empresa fácil y que el porcentaje de fracaso suele ser mucho más alto que el de aciertos. Y es que las rapaces, por su cautela y su desconfianza suelen ser objetivos mucho más complicados.

Primero has de emplear mucho tiempo y esfuerzo en el trabajo de campo. En primer lugar hay que localizar un lugar habitual donde ellos gusten de campear. Yo opté por un sitio apartado y tranquilo donde tuviesen buenas entradas y salidas al comedero. Un pequeño descampado con algunas matas de retamas donde poder ocultar el hide y rodeado de encinas.

Instalé un par de posaderos y di comienzo a las cebas. Gracias a Santos el carnicero de mi pueblo, que semanalmente es el encargado de proporcionarme los restos de carne y huesos que le sobran en la carnicería, empecé a aportarles comida. Yo suelo llevarles carne unas tres veces por semana, siendo muy importante la constancia para tener un mínimo de éxito.

El día que descubres los primeros restos de carne en los posaderos y las primeras plumas en el suelo, el corazón te da un vuelco. Son las señales inequívocas de que están bajando a alimentarse. Todo listo, ya podemos afrontar nuestra primera sesión de fotos. Sin embargo esto no es tan fácil como puede parecer, ya que la suerte también juega en esto un papel esencial.

Horas y horas de pacientes aguardos y te acabas viniendo una y otra vez para casa con la tarjeta vacía y bastante decepcionado. Pero la naturaleza es así amigos, es ella quien elije el momento. Y cuando las cosas cuestan tanto, parece que el éxito se saborea mucho más. 

Por fin llega ese día tan esperado, un vuelo fugaz, se hace el silencio, unos segundos que parecen no acabar nunca y.....allí esta. El Milano Negro, ese que tantos desvelos me causó, el que había soñado con fotografiar tantas y tantas veces y que casi siempre me había dado esquinazo, había tenido a bien acudir aquel día a la cita.

Tenerlo ahí tan cerca, subido al posadero que con tantas ilusiones días atrás coloqué para él, es un momento sobrecogedor. Los pelos se te erizan uno por uno y un leve temblor te recorre todo el cuerpo. Respirar hondo, calmarse y a disfrutar apretando el disparador. Primero poco a poco para ir habituandolo al sonido del obturador y una vez conseguido, a dar rienda suelta a toda nuestra pasión.

Tras media hora posando para mi, decide que ya es suficiente y emprende el vuelo perdiéndose en el horizonte y por supuesto con la panza llena. Y tu te quedas allí en el chajurdo, tranquilo, relajado, viendo la cara de felicidad de mi hijo que ese mágico día me acompañó, y disfrutando de la recompensa a un trabajo bien hecho. Mirando una y otra vez cada una de las instantáneas que has arrancado literalmente, del tesoro de la naturaleza.

En esos momentos ya no piensas en los fracasos anteriores, ya no recuerdas las infructuosas y largas esperas de horas y horas. Ahora te sientes feliz, un auténtico privilegiado por haber sido testigo de excepción de la vida intima de una criatura completamente salvaje que no sospechaba que a pocos metros, ocultos entre un amasijo de ramas  un padre y un hijo se abrazaban y felicitaban por haber cumplido el objetivo que tiempo atrás se fijaron, y sobre todo por lo que en aquellos cortos treinta minutos, habían vivido y compartido.

Quiero dedicar esta entrada a todos mis amigos de pajareros normalitos 100% y de una manera muy especial a mi hijo Jorge. Por compartir conmigo tantas y tantas horas de espera, por no desanimarse nunca, y por hacer gala de una pasión por todo lo natural inquebrantable. Para ti hijo y decirte que tanto en la fotografía de naturaleza como en la vida misma si luchas con esfuerzo, empeño y pasión acabarás alcanzando todos los objetivos que te propongas. Te quiero campeón.


































martes, 4 de junio de 2013

Arrastrandose ; la Culebra de Escalera


Hola a tod@s.

Ya hace horas que amaneció en nuestro bello y frondoso bosque mediterraneo. Estamos a últimos de mayo y el calor se deja notar en nuestros campos.
Los animales de sangre fría aprovechan los vivificadores rayos del sol, para poco a poco, ir calentando su sangre y volverse mucho más activos.

Entre jaras y tomillos, una lengua bífida palpa las moléculas olfativas que se encuentran suspendidas en el aire, y rápidamente, las envía al órgano de Jacobson donde son procesadas. La culebra de escalera se encuentra en pleno lance cazador.

Entre torviscos y coscojas, por fin capta un olor que le es muy familiar. No lejos, un ratón de campo se afana en devorar con avidez una suculenta bellota. Sin hacer el más leve ruido, nuestra culebra de escalera se arrastra hacia él, absorto por completo en su comida, el ratón no es consciente que está siendo acechado. Cuando cree estar a la distancia adecuada lanza su certero ataque. Se dispara sobre el roedor y rápidamente se enrosca sobre su cuerpo, mientras que sus anillos constrictores comienzan a hacer su trabajo axfisiando a su víctima. Tras la muerte de esta, desencaja su mandíbula y comienza a engullir al ya inerte ratoncillo.

Las serpientes son sin duda, otro de los eslabones que conforman el engranaje natural. Los ofidios son una rama evolucionada de reptiles que a lo largo de millones de años se han desarrollado apartir de un ancestro que poseía patas.

Con la evolución, sus escamas ventrales engrosaron y se endurecieron, creciendo de lado a lado para proteger las partes que permanecían en continuo contacto con el suelo, haciéndolas totalmente inmunes a pinchos, salientes y puntas duras, transformando su vientre en una auténtica coraza. Por otro lado los párpados se soldaron y se volvieron transparentes de tal manera que las serpientes siempre tienen los ojos abiertos, no los cierran nunca. El oído se atrofió y se volvieron prácticamente sordas. La vista es bastante buena, pero sin embargo el sentido más desarrollado que poseen es el olfato. Este rasgo de su morfología se desarrolló tan increíblemente que su lengua bífida es uno de los mejores aparatos de localización que existen en la naturaleza.

La reproducción tiene lugar por el mes de junio, ponen de 4 a 15 huevos alargados, que esconden bajo rocas o en viejas paredes, y tras más o menos, unos dos meses de incubación ambiental, viene al mundo una nueva generación de pequeñas culebras que nacen ya totalmente desarrolladas y que son del todo independientes desde el momento mismo de la eclosión.  Más tarde y coincidiendo con la llegada de los fríos, buscan buen acomodo en sus refugios invernales donde pasarán varios meses aletargadas.

Los ofidios, siempre nos han resultado desagradables y peligrosos y han sido por tanto, protagonistas de infinidad de supersticiones y leyendas negras que los han hecho tener muy mala prensa. Sin embargo, su función es importantísima en la naturaleza, convirtiéndose en verdaderos aliados nuestros por su control sobre roedores y otros animales que podrían llegar a ser plaga.

Por todo ello, deben de gozar del mismo respeto que cualquier otra de las criaturas, que conforman la riquísima y variada fauna de este país.




























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