Buena gente

viernes, 25 de octubre de 2013

Amanecer de Lavanderas



Hola a tod@s.

Una de las cosas más impresionantes, bajo mi punto de vista, que se pueden disfrutar en el campo  practicando esta afición nuestra de la fotografía de naturaleza, son sin ninguna duda los amaneceres.

Cuando el gran astro rey, poco a poco comienza a desperezarse y va alcanzando cada rincón de la pequeña charca, perdida en el corazón mismo de una cualquiera de nuestras hermosas dehesas, todo queda envuelto en una luz mágica. Esa luz que tanto apreciamos los amantes de esta hermosa afición que es la de disfrutar de la naturaleza atraves del visor de una cámara. Para mi gusto es la luz más hermosa del día.

Si tenemos la suerte de poder fotografiar a cualquier especie durante este corto periodo de tiempo, en que los primeros rayos del sol inundan la campiña, sin duda nuestras fotos obtendrán ese plus que nos da tan maravillosa luz. Vale la pena madrugar y tenerlo todo dispuesto para ver si la diosa fortuna nos concede algún premio durante esos mágicos instantes.

La superficie del agua que dado la quietud de la mañana se convierte en un gran espejo, refleja los tonos dorados de las orillas y transforma al pequeño estanque en un escenario único. Muchas son ya las criaturas que deambulan por sus aledaños, siempre a la búsqueda de algún pequeño manjar que les sirva de desayuno.

Los inquietos chorlitejos no paran de registrar palmo a palmo, cada centímetro de las embarradas orillas, siempre con ese nerviosismo tan habitual en ellos. El ronco reclamo de la Garza Real, se deja oír en la limpia atmósfera de la mañana. El hermosísimo Martín Pescador, pasa como un proyectil de colores azulturquesa sobre la lámina de agua. Aves viajeras como las agachadizas que se encuentran ahora en pleno paso migratorio, recalan en las orillas de la charca para descansar y reponer calorías y poder continuar así con sus largos periplos migratorios.

Entre la gran panoplia de aves que secundan la pequeña charca abrevadero, se encuentra también nuestra protagonista de hoy. Una de las más bellas y elegantes de cuantas conforman la hermosa familia de las lavanderas; la Lavandera Boyera. 

Ella también está a punto de comenzar su viaje. Tras haber permanecido varios meses en la Península Ibérica, donde ha traído al mundo a sus pequeños, se encuentran ya reuniéndose en pequeñas bandadas, siempre en praderías y lugares húmedos, para en breve poner rumbo al continente africano. Pasaran los fríos invernales en las grandes planicies del continente negro, siguiendo a los grandes rebaños de hervíboros como los bóvidos o los ungulados, para alimentarse con toda una suerte de pequeños insectos que estas grandes reses levantan a su paso.

Hasta el año que viene, no volveremos a disfrutar de sus cómicas carreras a orillas de la hermosa charca. El ciclo anual de la vida sigue su curso. Las aves viajeras continuan con su ancestral imperativo migratorio que las hace abandonar nuestras latitudes año tras año en busca de mejores lugares donde pasar la estación fría.

Esperaremos a la próxima primavera para volver a disfrutar de ellas, como si de un nuevo amanecer se tratase. Dejaremos transcurrir el curso normal de la vida y esperemos que allá por el mes de marzo o abril, las lavanderas boyeras regresen de nuevo, como lo hace la luz cada amanecer. Allí estaremos nosotros, con nuestros hides, con nuestros equipos, siempre dispuestos a aunar belleza y luz en una sola fotografía.



















jueves, 17 de octubre de 2013

Busiadicto



Hola a tod@s.

Es cierto, este ratonero crea adicción. Mientras más lo fotografío, más ganas aun tengo de seguir  intentándolo. Una sesión, y otra, y otra..... El amigo Busi de cuando en cuando sigue apareciendo por el comedero aunque ahora de prodiga mucho menos.

Sus visitas ya no son tan frecuentes como lo eran esta primavera, seguramente, esto es debido a la emancipación de sus hijos. Ya no necesita tanto aporte de comida como cuando se encontraba sacando adelante a su prole.

Se le echa de menos, verlo llegar al posadero con su silueta heráldica, casi siempre a ras de suelo para en el último momento, verle alzarse hacia el posadero, majestuoso, poderoso, despliega sus alas abre el tren de aterrizaje y suavemente se posa en el viejo tronco, en la altiva atalaya artificialmente colocada, desde la que otea incansable cada rincón que le rodea.

Otea el horizonte que se tiñe de anaranjados tonos cuando termina el día, otea el esqueleto de la vieja encina que murió hace tiempo ya, víctima de la enfermedad de "la seca", otea la brizna de hierba que pareció moverse por unos instantes, seguramente mecida por la suave caricia del viento, otea el amasijo de ramas desde el cual lo observo, otea incansable hasta el último de los rincones de aquel apartado lugar donde ha venido a comer ya, muchas, muchísimas veces. Escudriña, vigila tenaz su entorno por que en ello le va la vida.

Ahora son más frecuentes los plantones, ahora es mucho más habitual regresar a casa con la tarjeta vacía  tras horas y horas de pacientes aguardos, sin que Busi se deje caer por allí. Toca esperar. Toca esperar a que llegue el invierno y los fríos atenacen el estomago de mi emplumado amigo para que vuelva a entrar al posadero en busca de la cantidad diaria de suculenta, roja y fresca carne.

Ahí estaremos entonces, con la cámara en ristre a la espera de que se deje fotografiar una vez más, de que aumente esa sana adicción que tengo con él, con esa hermosa ave que para mi es como la más pura, como la más genuina  representación de la fuerza, de la bravura y de la belleza de la sublime naturaleza que nos rodea. 










viernes, 11 de octubre de 2013

Un caso atípico



Hola a tod@s.

Hoy vengo a hablaros de lo que para mí es sin duda un caso bastante atípico. El Terruño no deja de sorprenderme cada día. Como sabéis, estamos en época de migraciones. Los pasos se suceden cada jornada y las aves se trasiegan de unos lados a otros, de continente a continente, como lo vienen haciendo desde hace milenios.

Ubicarse junto a alguna laguna o tablazo de agua, nos deparará por estas fechas, un montón de observaciones de una variedad de especies que son raras por nuestros sitios de campeo, y que solo podemos observarlas justamente durante sus viajes migratorios.

Los que me seguís con cierta asiduidad, conoceréis sin duda una de las zonas húmedas que se encuentran dentro del Terruño y que no es otra que la Laguna Grande.  Es la mayor de las lagunas que conforman el Complejo Lagunar de la Albuera y además, es la única que permanece con agua. Esto la convierte  en un verdadero imán para una gran variedad de aves que recalan en ella durante sus largos periplos migratorios.

Archibebes, combatientes, andarríos, zarapitos, espátulas, moritos y un sin fin de especies orníticas, hacen un merecido descanso en las orillas de esta rica laguna, para reponer fuerzas y poder continuar con sus extraordinarias singladuras.

Sin duda yo personalmente estoy disfrutando mucho esta migración, ya que he podido observar y en algunos casos fotografiar, muchas especies que aun no había tenido el placer ni tan siquiera de conocer. Pero de entre todas ellas me quedo con una en especial que me ha hecho mucha ilusión, dado lo raro que es de observar por estas latitudes. Me refiero a los hermosísimos flamencos.

Siempre pensé que para verlos tendría que acercarme como mínimo a las marismas del Guadalquivir o a Doñana, donde son fáciles de observar y de fotografiar. Pero lo que nunca imaginé es que tendría la fortuna de disfrutarlos y de fotografiarlos a escasos siete kilómetros de mi propia casa. El día que llegue a la laguna y los vi por primera vez, no me lo podía creer.

Tener a estas hermosas aves al alcance de mi objetivo y poderlas fotografiar, fue sin duda una grata experiencia. Pocas aves aunan esa belleza y esa elegancia de movimientos. Es un placer poderlos contemplar en sus quehaceres diarios por la laguna, mientras sumergen sus picos en los ricos fondos de la tabla de agua para filtrar y tamizar los pequeños crustáceos de los que se alimentan. Otro deleite para la vista es poder observar sus vuelos, con sus enormes cuellos perfectamente alineados con su cuerpo.

Sin duda  un caso atípico el tenerlos por estos lares, pero como digo, no deja de ser singular y para mí algo mágico, el poder admirarlos y fotografiarlos con mi querida dehesa de fondo. Una imagen muy especial,¿ no os parece?.

Os dejo con algunas de las fotos que he podido hacerles estos días, la mayoría son vuelos y además tampoco son para tirar cohetes, pero me hacía ilusión contaros el caso y tenerlo documentado en mi blog. Espero que os gusten y que las disfrutéis casi tanto como yo  disfruté haciéndolas. 

Saludos.





























martes, 1 de octubre de 2013

La del capirote



Hola a tod@s.

Ya comenzó el otoño. Las primeras borrascas nos llegan desde el Atlántico y van barriendo la península de oeste a este. Atrás quedó el verano, los calores van desapareciendo y ya apetece pasar más horas en el campo.

Nuevos retos aparecen por el horizonte al igual que las cuerdas de nubes preñadas de agua que vendrán a retoñecer nuestra agostada campiña. Pronto, también por el horizonte, llegará ese coro de voces tan ancestral, ese coro que volverá a retumbar por todos y cada uno de los rincones de nuestras hermosas dehesas. Las grullas están de camino, y no tardarán ya en venir a hacer nuestras delicias durante los meses que pasen entre nosotros, con ellas también llegarán gansos y multitud de anátidas que esperemos engrosen nuestros archivos con miles de poses y de fotos.

Comienza también para muchos las jornadas de comederos. Empezamos ya, o al menos yo, a adecentar el comedero para pequeñas aves que tan buenos momentos me deparó en años anteriores. Hay que prepararlo todo, limpiar y trasegar con posaderos y demás atrezo, para decorar nuestro escenario. Ese, en el que multitud de pequeñas aves, multitud de gente menuda y animosa, habitantes incondicionales de nuestros bosques, vendrán también a hacernos pasar muy gratos momentos tras nuestras cámaras. 

Hay que ir habituándolos a ese pequeño aporte de alimento suplementario que le colocamos y que sin duda les hará mucho más llevadera la estación fría. Como siempre me harto de decir, la responsabilidad a de ser extrema con este tipo de comederos. Debemos de ir acostumbrándolos poco a poco y hay que ser muy constantes con su mantenimiento, ya que creamos en estos pequeños duendecillos una dependencia de nuestro aporte alimenticio que hay que mantener a lo largo de todo el otoño y el invierno, para a principios de la próxima primavera y del mismo modo, de una manera gradual, ir quitando este aporte para no producir trastorno alguno a estas pequeñas y bellas criaturas.

Sin duda muchas horas y sesiones dedicaremos durante los próximos meses a fotografiar, currucas, carboneros, petirrojos,herrerillos, trepadores, y todo un sin fin de pequeños personajes que se merecen el máximo de los respetos por nuestra parte y este, empieza como os digo, por ser lo más responsables posibles con este tipo de comederos.

Ojalá que este otoño-invierno traiga buena luz para todos y que un año más disfrutemos de estos hermosos seres atraves del visor de nuestras cámaras. Os dejo con la que es para mi gusto, una de nuestras currucas más bellas, la Curruca Capirotada. En este caso un hermoso macho que el año pasado me hizo pasar grandes tardes con sus insistentes idas y venidas. Fue sin duda una de las estrellas de mi comedero la temporada pasada y espero volver a encontrarme con esta hermosa ave lo antes posible. Una hermosa ave a la que mi padre suele referirse como "la del capirote".

Me gustaría dedicarle esta entrada a él, puesto que es un pilar importantísimo para que mi comedero funcione, ya que los días en que yo no puedo ir a reponer comida por el trabajo o por otras cuestiones, es él quien se encarga de su mantenimiento. Siempre me hace esbozar una sonrisa cuando llega a mi casa y me dice: " esta tarde ha estado por allí la del capirote". 

Gracias por todo papá. 

























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