Buena gente

domingo, 22 de junio de 2014

Abejarucos. 3ª Parte: Comienzan las cebas



Hola a tod@s.

Como lo prometido es deuda, aquí os traigo la tercera entrada dedicada a las aves arcoiris. Ya han dado comienzo las cebas. Durante un tiempo he permanecido apartado de la colonia para no molestar durante el periodo de incubación. La otra tarde decidí darme una vuelta por la zona y comprobé con los prismáticos que la pareja que vengo siguiendo ya ha debido de tener retoños. Estuve observándola detenidamente y pude comprobar que las cebas eran constantes.

Así que manos a la obra, decidí probar suerte. Instalé el hide y les hice una sesión. No dejaban de acudir con insectos para alimentar a ese tesoro emplumado que permanece a la espera en el interior del túnel cabado en el suelo. Aunque no tuve mucha suerte, ya que la mayoría de las veces entraban diréctamente al nido sin utilizar el posadero que les había colocado. Pero en alguna que otra ocasión si que se posaban con la reciente captura.

En su mayoría puede comprobar que hera siempre la misma especie de mariposa, que no se cual es, la verdad, pero si me di cuenta que abundaba por la zona.

Creo que esta será una de las últimas sesiones que les haga este año, ya que no quiero molestarlos más y menos ahora que están en plena crianza. Tengo en mente otros proyectos y empieza la temporada de hidro, algo que me fascina, así que ahora pasaré más horas a remojo. También ando liado con las rapaces pero eso ya es otra historia......

Agradecer a la madre naturaleza el privilegio que me otorga cada año, concediéndome la suerte de tener una de estas colonias de abejarucos tan cerca de mi casa. Poder disfrutar de estas hermosísimas criaturas es algo que no tiene precio.

Quisiera dedicar esta entrada a mi madre que estos días ha pasado unos momentos delicadillos pero que ya se encuentra bien. También a mi prima Maripili que maravillósamente se portó con ella, sirviéndole de gran apoyo durante su estancia en el hospital. Muchas gracias prima. Para vosotras va esta serie.

























Para terminar os muestro unas fotos del lugar hermosísimo en que se encuentra situada la colonia de abejarucos. A la vera de un arroyuelo cristalino y cantarín, flanqueado por una exuberante vegetación de rivera.







Y aquí un par de fotillos de como fotografíé a esta pareja de abejarucos. El nido, donde coloqué, justo al lado un posadero, que suelo cambiar cada cierto tiempo para no repetir mucho. Y el hide que camuflé entre la vegetación de la orilla de la rivera desde donde tome las fotos que os he mostrado en estas tres entregas sobre los abejarucos. Como siempre digo, máximo respeto hacia ellos y esperemos que la próxima temporada tengamos la suerte de verlos y disfrutarlos, y si se puede de volver a fotografiarlos. 




miércoles, 4 de junio de 2014

Un alma inquieta: El Andarríos chico




Hola a tod@s.

Los días en la hermosa charca perdida en la dehesa, transcurren tranquilos. Al amanecer los primeros azulones irrumpen en ella, habriendo las aguas con sus patas membranosas al aterrizar.
De lejos se deja oir el suave tintineo de las campanillas de las ovejas que ya con las primeras luces, pastan por el encinar. El graznido de la Garza Real, va ganando en intensidad hasta que por fin aparece por encima de la presa, hecha de tierra, de la charca abrevadero. Se posa tranquílamente en la orilla y se despereza. Limpia meticulosamente cada una de sus plumas para dejarlas en perfecto estado de revista. Con paciencia, con tranquilidad, una por una, hasta que su bello traje emplumado queda totalmente inmaculado.

La esquiva gallineta que también se deja oir desde la vegetación que circunda la pequeña charca, de cuando en cuando se deja ver entre los juncos. Anda a la búsqueda de pequeños animalillos que le servirán de almuerzo. 

Estamos a primeros de junio y los pastos ya se han secado, y estos con su reflejo, dan a la hermosa charca un tinte dorado. El agua se viste de ocres, se viste de rojizos, se viste con los sutiles tonos del cuero viejo, es todo un espectáculo. 

Los zampullines no dejan de sumergirse bajo las hermosas aguas a la búsqueda de alimento, salen y se meten una y otra vez para tratar de encontrar algo que llevarse al pico. Ahora tienen más tarea ya que un hermoso polluelo les espera para ser alimentado.

Cerca de la orilla en un promontorio hecho de vegetación, la negra focha se levanta para estirar un poco las patas y desperezarse. Debajo de ella un hermoso tesoro. Cinco moteados huevos a los cuales cuida y mima con recelo, sabedora de que de ellos saldrán sus futuros hijos, sabia nueva que siempre es bien acogida. El dever sagrado, hay que perpetuarse, hay que dejar los genes y si se puede, unos buenos genes para que sigan adelante orgullosos, representando a su especie en la retirada charca perdida en el encinar.

Todo es calma en la charca, o casi todo..... acaba de llegar un alma inquieta, la alegría de la fiesta, el Andarríos Chico. Que manera de moverse, que manera de recorrer una y otra vez las orillas del estanque, nervioso, con un movimiento oscilante de su cuerpo, en un ir y venir casi frenético a la búsqueda de alimento. Hay que moverse, hay que reponer las calorías perdidas durante la fresca noche aún, de últimos de mayo y primeros de junio. 

No para quieto un segundo, en su deambular se cruza con las vocingleras cigüeñuelas que asustadas a su paso alertan a toda la charca con sus estridentes y muchas veces cansinos griteríos. Hasta la majestuosa Garza real para un momento su oficio pescador para ver que es lo que sucede. El Martín Pescador cambia de percha. Se cierne un momento sobre las aguas y se zambulle, intento fallido, desde lo alto de la ramita se sacude el plumaje y se queda quieto, como preguntándose que habrá hecho mal, ¿por que no me habrá ido bien el lance?. Nada en la naturaleza es fácil, queridos amigos, hay que trabajar duro para ganarse el pan de cada día, aquí nadie regala nada.

El día va transcurriendo apaciblemente y ahí sigue nuestro alma inquieta, nuestro manojo de nervios que es el Andarríos a la busqueda de los pequeños moluscos, de los pequeños crustáceos que le servirán hoy de sustento. Él no para un segundo, de un lado a otro, llega al final de la orilla y vuelve sobre sus pasos hasta la orilla opuesta de la presa. Una y otra vez, sin descanso, solo pausado un par de veces para darse el típico y necesario baño diario, estirar un poco las alas y a seguir, hasta que las últimas luces bañan su cuerpo y de nuevo envuelven a la charca en un halo mágico.

Sin duda el alma inquieta que un día más ha venido a poner el adecuado contrapunto a la vida apacible y tranquila que se lleva a cabo, jornada tras jornada, en una de nuestras hermosas, benefactoras y necesarias charcas escondida en lo más profundo de la dehesa.

A mi amigo Miguel, por permitirme el enorme placer de disfrutar de una de esas charcas. De su charca, de la que cuida con tanto esmero, para el disfrute de la fauna que en ella vive y por supuesto para el disfrute de quien les habla. 

Gracias por todo Miguel.

























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