Hola a tod@s.
Hoy, aunque lo parezca, no vengo a hablaros de grullas. Puede parecerlo viendo el título del post, pero esta vez hablaré de ellas de una manera indirecta. En esta ocasión, vengo a hablaros de sentimientos, vengo a hablaros de emociones, vengo a hablaros de amistad.
Nunca había imaginado que se podía ser tan feliz rodeado de gente. Nunca había imaginado que a estas alturas de mi vida, se pudiese llegar a conocer a personas con un calibre humano tan grande, como el que poseen mis buenos amigos. Junto a ellos he vivido varios de los días más entrañables de mi vida.
Han sido unos días emocionantes. Emocionantes por haber tenido la dicha de que viniesen a visitarme a mi tierra, a mi querida Extremadura, a ese paraíso natural que es mi región y donde aún se pueden ver espectáculos tan impresionantes como el que vivimos en el pasado festival de las grullas.
Emocionantes por haber compartido con todos ellos sensaciones verdaderamente indescriptibles, como la de verlos a todos reunidos, compartiendo charla y comida, bajo la protectora y centenaria encina, emblema viviente de mi comunidad. Emociones como la de sentir el crujir de la escarcha bajo nuestros pies, cuando nos dirigíamos de madrugada hacia el observatorio del Majadal. O la de sentir el viento gélido del amanecer en el rostro. Notar la caricia de los primeros rayos de sol, que asoman tras las montañas. Escuchar el atronador trompeteo de miles de grullas, que se elevaban frente a nosotros y que por momentos parecían nublar los hermosos cielos extremeños.
Que impresionante espectáculo, que imagen más sobrecogedora, la de esas grullas volando por todas partes. Pero más impresionante era para mí, más sobrecogedor aún si cabía, mirar hacia los lados y verme rodeado de mis queridos amigos, mientras disfrutábamos en silencio, de esta maravilla natural.
Nunca pensé que se podía ser tan feliz y que se podían sentir tantas cosas, bajo el vuelo de las grullas. Las grullas, unas aves míticas que este año no habían venido solas desde el norte, este año habían traido consigo a mi familia. A unas personas que hace poco tiempo ni siquiera conocía y que sin las cuales no contemplo ya mi vida.
Gracias amigos mios, gracias por regalarme unos días inolvidables. Gracias por ser como sois, generosos, humildes y buena gente. Gracias por hacerme sentir vivo.
Gracias a Lolo, Gema, Jesús, Isra y Darío, mis queridos amigos burgaleses. Gracias a Ramón, Silvia y Eri, mis queridísimos amigos con los que he compartido ya, tantas y tantas cosas. Gracias a Rafa, Fátima y Eva, mis amigos de los madriles a los que también aprecio sobremanera. Y gracias a Carlos Rossi, mi amigo andaluz, al que he tenido la suerte de conocer estos días en persona y con el que espero vivir aún muchos días emocionantes. Gracias a todos, por ser uno de los mejores grupos de personas que he conocido jamás.
Por último agradecer también a mi mujer e hijos el cariño que me brindan cada día y por estar siempre ahí sin pedir nada a cambio, sin vuestro apoyo todo esto no sería posible. Os quiero.
Me gustaría también agradecer a los hermanos Yáñez, el gesto tan especial que tuvieron el sábado por la noche con nosotros. Fue algo que no olvidaré mientras viva.
A continuación, os muestro algunas imágenes tomadas durante esos mágicos días y aunque no tenga ninguna personal de la "secta pajaril" al completo, deciros que os llevo siempre en el corazón. Y siempre que mire al cielo y vea pasar nuestras hermosas grullas, recordaré lo feliz que fui, disfrutando bajo sus vuelos, de vuestra maravillosa amistad.
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Bajo el vuelo de las grullas |
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Curiosa formación |
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Con las últimas luces |
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Amaneciendo |
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En el arrozal |
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Bandada mixta de gorriones comunes y morunos |
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Ánsares comunes |
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La familia |
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La secta pajaril bajo la gran grulla. (Foto de Fran Rojo) |