Hola a tod@s.
Una de las cosas más impresionantes, bajo mi punto de vista, que se pueden disfrutar en el campo practicando esta afición nuestra de la fotografía de naturaleza, son sin ninguna duda los amaneceres.
Cuando el gran astro rey, poco a poco comienza a desperezarse y va alcanzando cada rincón de la pequeña charca, perdida en el corazón mismo de una cualquiera de nuestras hermosas dehesas, todo queda envuelto en una luz mágica. Esa luz que tanto apreciamos los amantes de esta hermosa afición que es la de disfrutar de la naturaleza atraves del visor de una cámara. Para mi gusto es la luz más hermosa del día.
Si tenemos la suerte de poder fotografiar a cualquier especie durante este corto periodo de tiempo, en que los primeros rayos del sol inundan la campiña, sin duda nuestras fotos obtendrán ese plus que nos da tan maravillosa luz. Vale la pena madrugar y tenerlo todo dispuesto para ver si la diosa fortuna nos concede algún premio durante esos mágicos instantes.
La superficie del agua que dado la quietud de la mañana se convierte en un gran espejo, refleja los tonos dorados de las orillas y transforma al pequeño estanque en un escenario único. Muchas son ya las criaturas que deambulan por sus aledaños, siempre a la búsqueda de algún pequeño manjar que les sirva de desayuno.
Los inquietos chorlitejos no paran de registrar palmo a palmo, cada centímetro de las embarradas orillas, siempre con ese nerviosismo tan habitual en ellos. El ronco reclamo de la Garza Real, se deja oír en la limpia atmósfera de la mañana. El hermosísimo Martín Pescador, pasa como un proyectil de colores azulturquesa sobre la lámina de agua. Aves viajeras como las agachadizas que se encuentran ahora en pleno paso migratorio, recalan en las orillas de la charca para descansar y reponer calorías y poder continuar así con sus largos periplos migratorios.
Entre la gran panoplia de aves que secundan la pequeña charca abrevadero, se encuentra también nuestra protagonista de hoy. Una de las más bellas y elegantes de cuantas conforman la hermosa familia de las lavanderas; la Lavandera Boyera.
Ella también está a punto de comenzar su viaje. Tras haber permanecido varios meses en la Península Ibérica, donde ha traído al mundo a sus pequeños, se encuentran ya reuniéndose en pequeñas bandadas, siempre en praderías y lugares húmedos, para en breve poner rumbo al continente africano. Pasaran los fríos invernales en las grandes planicies del continente negro, siguiendo a los grandes rebaños de hervíboros como los bóvidos o los ungulados, para alimentarse con toda una suerte de pequeños insectos que estas grandes reses levantan a su paso.
Hasta el año que viene, no volveremos a disfrutar de sus cómicas carreras a orillas de la hermosa charca. El ciclo anual de la vida sigue su curso. Las aves viajeras continuan con su ancestral imperativo migratorio que las hace abandonar nuestras latitudes año tras año en busca de mejores lugares donde pasar la estación fría.
Esperaremos a la próxima primavera para volver a disfrutar de ellas, como si de un nuevo amanecer se tratase. Dejaremos transcurrir el curso normal de la vida y esperemos que allá por el mes de marzo o abril, las lavanderas boyeras regresen de nuevo, como lo hace la luz cada amanecer. Allí estaremos nosotros, con nuestros hides, con nuestros equipos, siempre dispuestos a aunar belleza y luz en una sola fotografía.