Hola a tod@s.
Sin duda muchos son los síntomas que nos avisan de la llegada del invierno. Los animales de Sangre fría, como los reptiles o los insectos se aletargan, los días comienzan a hacerse cada vez más cortos, y naturalmente las temperaturas caen en picado.
La naturaleza utiliza estos y otros indicadores naturales para alertarnos del cambio de estación, o al menos lo hacía, antes de que el cambio climático este acabando con el ancestral orden establecido.
Entre todos ellos, también algunas aves podríamos decir que cumplen, o como digo al menos lo hacían, con el papel de ser ellos a su vez, mensajeros del invierno.
Las grullas llegan del norte de Europa para pasar entre nosotros la estación fría. Los limícolas también utilizan nuestras masas de agua dulce para recalar en ellas bien para pasar el invierno o bien de paso en sus migraciones más al sur. Aves costeras como las gaviotas o los cormoranes empiezan a frecuentar las charcas y pantanos del interior.
Pero si tuviese que destacar un ave que por nuestras latitudes se había convertido por excelencia en mensajera del invierno, vuelvo a retrotraerme a mis años infantiles y juveniles. Me encantaba ver las primeras bandadas de esta ave llegando a nuestros barbechos y labrantíos. Los bandos enormes de avefrías, llamadas aguanieves por estas tierras, eran la señal inequívoca de que el invierno con sus ventarrones, sus heladas y sus gélidas temperaturas estaba llamando ya a nuestra puerta.
Disfrutaba recorriendo las tierras de labor y viéndolas salir por doquier con su vuelo pausado y elegante y sus característicos reclamos. Es algo que llevo grabado dentro de mí y que permanecerá en mis recuerdos mientras viva. Las bandadas eran tan impresionantes que cuando las levantaba con mis carreras de niño inquieto, parecían nublar el cielo. Las recuerdo los días de frío en que buscaban buen acomodo entre los surcos que el arado dejaba tras aventrar la tierra, intentando guarecerse del gélido viento del norte. Una de tras de otra ,hasta donde alcanzaba la vista y surco tras surco, dando la sensación de que estaban "sembradas" en el terreno.
Por desgracia ya no hay tantas. Hoy en día en mis numerosas salidas al campo cada vez las veo menos y los bandos son muchísimo menos numerosos y están mucho más dispersos. Algunas no migran llegando incluso a criar aquí, muy cerquita de mi casa.
Las estaciones poco a poco desaparecen, el invierno ya no lo es tanto, apenas hiela y la temperatura media a subido. Las grandes inundaciones están a la orden del día y en contrapunto los períodos de sequía son cada vez más comunes y alargados en el tiempo. Ya parece que no necesitamos a esos mensajeros que antaño, temporada tras temporada, venían a recordarnos con su llegada que el duro y selector invierno estaba ya a la vuelta de la esquina.
Yo por fortuna tuve la suerte de vivir aquellos hermosos años y con ellos me alimento. Una pena que nuestros hijos, vayan perdiendo poco a poco, esa riqueza natural que nos hemos empeñado en negarles.
Ojalá alguna vez todo vuelva a su sitio y las avefrías vuelvan a recordarnos que hay que ir sacando las bufandas y los abrigos del armario de la memoria.