Hola a tod@s.
Si tuviésemos que elegir al ave que se ha convertido por antonomasia en el emblema de nuestros pueblos, aquí en Extremadura, esta sería sin duda, la Cigüeña Blanca. Todo el mundo las conoce, hace ya muchísimos años que decidieron ligar su existencia a la nuestra.
Un día decidieron aproximarse al hombre haciendo buena la máxima de que si no puedes con tu enemigo uneté a él. Siempre han estado ahí, decorando nuestros cielos con su estampa mítica. Dando vida a los torreones, a los campanarios, incluso a nuestros tejados y chimeneas. Su crotorar, "hacer el gazpacho" que es como se conoce por estos lares al castañeteo que realizan con sus picos, se ha convertido ya en parte de nuestro propio folclore.
Ya hace años, seguían a nuestros tatarabuelos en las labores de labranza, se "acoplaban" detrás de las bestias de labor, alimentándose de los saltamontes, ratoncillos y cualquier otro animalillo que afloraba a la superficie por la acción del arado. Hoy los tiempos han cambiado y ellas como buenas oportunistas han sabido adaptarse, han cambiado al caballo, a la mula, y al pequeño borriquillo, por los grandes tractores, por la moderna maquinaria. Pero ellas siguen haciendo lo mismo, siguen alimentándose tras las rejas del arado.
La cigüeña está en nuestra cultura desde siempre, desde que nos traen volando cuando somos bebes en sus cómodos cestitos, hasta en multitud de fabulas y cuentos que nos leían en el colegio, en el rico y sabio refranero popular, la hermosa Cigüeña siempre ha estado presente. Es un placer oír las ceremonias protocolarias entre macho y hembra, cuando su crotoreo inunda los cielos de nuestros pueblos con ese sonido tan característico.
Yo no contemplo mi vida sin ellas, allá por los años de mi infancia, me encantaba salir a observarlas en el arroyo próximo, me pasaba largos ratos mirando su deambular por las tierras enfangadas, con aquellos andares llenos de elegancia y majestuosidad. Era para mi una fiesta, el verlas llegar en primavera, tras su largo viaje desde tierras africanas, a posarse en la vieja iglesia, a llenar de vida sus espadañas.... Como digo hoy los tiempos han cambiado, la mayoría de las cigüeñas ya no migran, el incipiente cambio climático y sobretodo el que puedan encontrar comida con facilidad en vertederos y basureros, hace que cada vez viajen menos. Hoy en día sigo disfrutando de ellas, pero añadiendo alicientes nuevos, cuento a mis hijos las artimañas y los planes que urdía, para poder aproximarme a ellas cuando era pequeño, y los veo escuchar con atención, mirarme boquiabiertos, mientras voy grabando en sus corazones, sin que ellos se den cuenta, la impronta que estas hermosas y familiares aves grabaron a su vez en el mio, cuando yo era niño.
Desde aquí mi pequeño homenaje a unas aves, que como digo, siempre han estado junto a nosotros, haciendo feliz a los niños de antes y haciéndolo también a los niños de ahora. Un ave que se ha ganado a pulso el ser parte viva de nuestros pueblos, de nuestra cultura, y por tanto de nuestras propias vidas.