Hola a tod@s.
Amanece en
una cualquiera de nuestras hermosísimas dehesas. Ese bosque maravilloso,
modelado por la mano del hombre atraves de los siglos y que tanta y tan
variada fauna alberga.
Allí, en un pequeño claro, yace un
cuerpo inerte. Un espléndido macho de jabalí, que seguramente, como así
lo atestiguan sus tremendas navajas, vino a perecer de viejo. Un verraco
que debió de ser, sin duda, el rey, el señor de aquella parcela del
monte.
Muchos celos a sus espaldas, muchos
enfrentamientos con otros grandes machos, muchas carreras y luchas para
librarse del certero ataque del lobo, muchas cosas en la larga e intensa
vida de aquella formidable criatura. Para él, todo acabó ya. La fría
madrugada en el encinar, fue testigo de excepción de su último aliento.
Poco
a poco, los primeros rayos del sol, van alcanzando el frío cuerpo. Todo
está en calma, en silencio, pero de repente..... Gra, gra, gra, el
señor del traje negro, el gran cuervo carnicero, se deja oír en el cielo
anunciando a todos su presencia. Toma tierra, y con su traje de luto
viene a comunicar al resto de los habitantes del bosque que allí, a
aquel rincón apartado dentro de la hermosa dehesa de encinas, ha
llegado la muerte.
El cuervo, que es un ave
fanérica, es decir, llamativa, tiene la misión de alertar a los
sepultureros, tiene la misión de hacer bajar al pico inmisericorde del
buitre. Y os preguntareis vosotros amigos, ¿Puede resultar llamativo un
cuervo con su plumaje oscuro?..... pues si, se puede ser negro pavonado y
llamativo al mismo tiempo. Los intensos brillos de su plumaje llegan
altos, muy altos en el cielo. Sirviéndose de la técnica de los antiguos
heliógrafos, utiliza su cuerpo como un gran espejo, y debido a su
carácter desconfiado, que lo hace moverse repetidamente junto al
cadáver, va lanzando destello tras destello, su señal hacia el cielo.
¿Y
para que necesita el cuervo llamar la atención de los buitres?, muy
sencillo, por que sin el concurso sus picos poderosos, él jamás podría
abrir la dura piel del cochino. Si acaso los ojos o los belfos del
animal, sería lo único a que podría optar el cuervo.
Por
eso el cuervo se deja ver, por que le interesa tremendamente que lo
vean, para que de esta manera, el pico inmisericorde del buitre, haga
por él el trabajo.
Una vez terminado el
festín, por parte de esa policía sanitaria de nuestros montes que es la
comunidad buiturina, el astuto cuervo carnicero, aprovechará para tomar
él también su parte del botín. Los pequeños trozos y las piltrafas que
han quedado esparcidas por el suelo de la dehesa, serán la recompensa a
su labor prospectora.
El gran cuervo
carnicero, ese señor del traje negro, el telonero de los buitres que es
parte importantísima dentro de los engranajes naturales a los que
pertenece. Considerada ave de mal agüero desde siempre, es otra de las
criaturas que, como vemos, es un eslabón importante en la eliminación de
cadáveres de nuestros montes, que de otra manera vendrían a ser foco de
infección y de enfermedades.
Otra
de las mal queridas aves de nuestra fauna ibérica y que sin embargo
debemos de respetar como auténtico servicio sanitario de nuestros
montes.