Hola a tod@s.
Pues así es, tengo la inmensa fortuna de compartir mi humilde casa con una hermosísima pareja de golondrinas comunes, ave del año recientemente declarada por SEO Birdlife.
Para mi y mi familia es todo un acontecimiento verlas regresar cada año desde el continente africano para pasar entre nosotros la primavera y el verano. Yo las bauticé con el nombre de Rafa y Fátima en honor a una pareja de amigos.
Todos los años es Rafa el primero en llegar, se posa en el alambre de tender la ropa que tenemos en el patio y allí se acicala y descansa tras el largo y duro viaje. Unos días después llega Fátima y es recibida con grandes alardes protocolarios por su consorte.
Todas las noches duermen en una cocina que tengo en la parte de atrás de mi casa donde tengo la chimenea y que era la que antes solíamos utilizar para realizar la típica matanza. Con techo de caña y maderos que conservaban perfectamente la chacina para que se curase como es debido.
Precisamente en uno de esos maderos es donde ellas instalaron su nido hace ya cinco temporadas.
Durante los meses que pasan entre nosotros duermen diariamente en dicha cocina. Se colocan en los clavos que tienen los palos donde antes colgábamos el salchichón y el chorizo y allí pasan cómodamente la noche, a salvo completamente de los depredadores. Cada tarde mis hijos o mi mujer cierran la puerta de la cocina una vez dentro ellas y por las mañanas se la abro yo cuando me voy a trabajar. Vamos que están como en un hotel de cinco estrellas.
Son una pareja fantástica, padres solícitos, son excelentes progenitores. Su índice reproductor es altísimo, sacando dos puesta todos los años con un mínimo hasta la fecha de siete pollos por temporada. Da gusto observar sus escarceos amorosos y sus cópulas encima de la alambre de la ropa, como verdaderos equilibristas. Sus idas y venidas al nido en época de cría son constantes y sacan adelante, como digo un alto número de pollos.
Bien entrado ya el mes de septiembre un buen día ya no acuden a dormir a la cocina, es la señal inequívoca de que se han marchado. Se agrupan con otras miles de su especie para viajar de nuevo a África donde pasaran el largo invierno. Siempre da pena verlas marchar sobre todo por la incertidumbre de saber si regresaran el año que viene. espero que todo les vaya bien como hasta ahora y solamente decirles lo que ellas ya saben, que mi casa es su casa.
Para terminar pedir como siempre hago, respeto máximo para estas aves cada vez, por desgracia, más escasas y que son parte ya de la vida de nuestros pueblos y ciudades, mensajeras de la primavera y aliadas inestimables en el control de insectos.
Larga vida a las golondrinas.