Buena gente

lunes, 15 de junio de 2015

Las aves multicolor; Los abejarucos



Hola a tod@s.

Bien temprano, el pastor llega todos los días a la red donde tiene encerrada a sus ovejas. Como cada día viene haciendo desde que era un zagal y su abuelo y su padre le enseñaban este noble oficio, cumple siempre con la misma rutina. Tras desatar a sus inseparables perros, fieles compañeros sin los cuales no podría desarrollar este trabajo, saca a pastar a su ganado. Es un pastor de los de ahora, de campo y pienso, ya no practica aquellos legendarios viajes que realizaban sus antepasados para cruzar la península de un extremo a otro. Ya no practica la trashumancia. El dejó de ser un pastor nómada, para volverse un pastor sedentario. 

Se dirige camino abajo hacia la rivera, en cuyos lindazos comerá el rebaño la mayor parte del día.
Al llegar, la pareja de cigüeñas blancas con la algarabía de pezuñas y tintineo de  cencerros, levanta el vuelo, así como también lo hacen los ánades reales y las gallinetas que tras un corto y torpe vuelo, se refugian en la espesa cobertura vegetal de las orillas.

Según avanza la mañana, el pastor llega a una zona de la rivera donde abundan los taludes arenosos. Estos se encuentran perforados por multitud de pequeños orificios redondeados que conforman la colonia de unas aves que sobrevuelan por encima de las ovejas emitiendo sus cantos que son fácilmente reconocibles. Algunos de ellos se encuentran posados en una alambrada cercana, haciendo que nuestro pastor se detenga unos instantes a observarlos, el colorido espectacular de sus plumajes atrae mucho la atención, como si de arcoiris alados se tratase levantan el vuelo remontando para perderse en las alturas.Son los impresionantes abejarucos.

Sin duda muchos son los recuerdos que se agolpan en la mente del pastor. Recuerda cuando siendo un niño, su abuelo lo llevo por primera vez al rio para que los viese. Se escondían tras la vieja retama y observaban el poder de sus afilados y curvados picos mientras taladraban el talud para construir sus nidos. Su abuelo mientras tanto en voz baja le contaba como el también los veía llegar cada primavera desde que era muy pequeño. Vienen de África, le decía. 
Cuantos recuerdos en la mente de nuestro experimentado pastor que contaba ya con muchos inviernos. 

Él ya no tiene a quien contarle nada, sus hijos y sus nietos decidieron escoger otro camino. Cambiaron el garrote y la esquila, por el volante y el claxon. Cambiaron la paz y la tranquilidad, por las prisas y el estres. Cambiaron la pureza de la naturaleza, por la contaminación de la ciudad. 

El antiquísimo y noble oficio de pastor toca ya a su fin, y con él, el legado de la palabra. La palabra que pasaba de padres a hijos. El aprender de lo aprendido, el enseñar lo sabido.

Los abejarucos siguen llegando cada primavera para criar por nuestras tierras como lo vienen haciendo desde hace milenios. Pero por desgracia la mayoría de los niños de hoy ni los conocen. Ya no se esconden con su abuelo tras la vieja retama. Ahora les piden consolas y videojuegos, y ni tan siquiera se paran a escucharlos.

Espero que los que leáis este post y seáis padres, se lo mostréis a vuestros hijos y les habléis un poco de los abejarucos. El legado natural debe continuar en nuestros hijos y nadie mejor que nosotros para enseñárselo.

Un abrazo a tod@s. 
Saludos.

































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