Buena gente

jueves, 13 de agosto de 2015

Visitando a un viejo amigo




Hola a tod@s.

Hace mucho que no publico nada y es que el tiempo últimamente es para mi un bien muy escaso. Pero bueno, de cuando en cuando me dejo caer por aquí para iros mostrando alguna que otra cosilla. Durante todo este tiempo no he dejado de hacer fotos y la verdad es que se me va acumulando el trabajo.

En esta ocasión vengo a hablaros de un viejo amigo. Muchos ya le conocéis, se trata de Busi. La primera vez que empecé a trabajar con los ratoneros fue ya hace bastante tiempo. Elegí un lugar por donde solía ver con asiduidad a un ejemplar y una vez seleccionados los fondos y colocado el posadero comencé a cebarle. No tardo mucho en entrar, una experiencia que llevo gravada a fuego y que me acompañará ya por siempre. Era un ejemplar precioso, llegamos a intimar tanto, que con esta fea costumbre que tenemos los humanos de ponerle nombre a todo, acabé llamándolo Busi.

Busi se convirtió en uno de mis mejores amigos, prácticamente no fallaba a su cita conmigo casi nunca. Era colocarme en el hide y al rato tenerlo ya por allí merodeando. Unos vuelos de reconocimiento y al poco tiempo ya lo tenía subido al palo. Cuanto disfruté yo de aquella criatura durante aquellos hermosos e inolvidables días.

Con el tiempo empecé a dejar de ir a aquel bello rincón de mi terruño, enfrascado en otros nuevos proyectos, ya que como sabéis todos aquellos amantes de esta disciplina de la fotografía, no paramos casi nunca y siempre andamos buscando ideas nuevas y especies nuevas.  Busqué un nuevo sitio para trabajarlos y la verdad es que me fue bastante bien ya que en este nuevo lugar he llegado a tener hasta 5 ejemplares diferentes al mismo tiempo, toda una gozada. Sin embargo un día que me andaba procesando algunas fotos del disco duro vi una antigua carpeta. Una carpeta con el nombre de Busi, y al abrirla cientos de recuerdos se amontonaron en mi cabeza. Había fotografiado tantas veces ya a esta rapaz que practicamente olvidé mi primer encuentro con ella, con mi amigo Busi. Tanto me impactó la visión de aquellas viejas fotos que una idea me empezó a rondar la cabeza. ¿Seguiría mi amigo por aquel lugar?, ¿podría volver a verlo algún día?. 

No lo pensé  más, tras un par de días dándole vueltas, pillé mis viejos prismáticos y me encaminé al lugar donde tan buenos ratos había pasado junto a él. Toda la tarde escudriñando el sitio y nada, ni rastro. La desilusión fue bastante importante, pero no me desanimé. Al día siguiente estaba de nuevo en el lugar , prismáticos en mano y vigilando todo lo que se movía, hasta que entonces alzando la vista hacia uno de sus posaderos preferidos, un viejo poste de la luz cercano a una carretera , ¡¡¡BINGO!!! Allí estaba, pero sería él o sería otro ejemplar, demasiado lejos para saberlo solo con mis viejos binoculares. Pero esto me animó y a la tarde siguiente ya estaba colocándole el posadero y ofreciéndole las primeras viandas. 

La impaciencia me corroía por dentro, estaba deseando que llegará el domingo para meterme de nuevo en el hide y ver que ocurría. Y el domingo llegó, y allí estaba yo como mandan los canones, montando todo el equipo antes de la salida del sol. Dos horas de larga espera en que se me pasaron por la mente muchas, muchas cosas. Y de repente, en la atmósfera fresca y cristalina de la mañana, el eco de un grito, un grito que había oído ya muchas veces, un grito que por unos instantes me congeló la sangre. Allí estaba él, lo reconocí en cuanto lo vi, era mi amigo, aquel que tan buenas jornadas me había regalado, había conseguido sobrevivir todo aquel largo tiempo. 

Las sensaciones que sentí aquella mañana fueron indescriptibles, el aliento se me entrecortaba y el corazón parecía salirse del pecho.
Parece mentira, me decía a mi mismo, con la de veces que he fotografiado yo a los ratoneros y me sentía como si hubiese sido ésta la primera vez.

Durante todo el invierno no dejé de seguir visitando a mi viejo amigo y como no,él cumplía siempre. Al final debido al trabajo tuve que dejar de ir de nuevo. Esperemos que al invierno que venga cuando vuelva a visitarlo, por que volver voy a volver, pueda verlo de nuevo, señal de que sobrevivió una temporada más.

Jamás pensé que se podía llegar a tener un vinculo tan fuerte con una criatura salvaje, pero a mi es lo que me pasa con Busi, y es que han sido muchas, muchísimas horas juntos. 

Un fuerte abrazo a tod@s y hasta la próxima.
Saludos.

 


























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