Buena gente

martes, 29 de enero de 2013

El emblema de nuestros pueblos




Hola a tod@s.

Si tuviésemos que elegir al ave que se ha convertido por antonomasia en el emblema de nuestros pueblos, aquí en Extremadura, esta sería sin duda, la Cigüeña Blanca. Todo el mundo las conoce, hace ya muchísimos años que decidieron ligar su existencia a la nuestra.

Un día decidieron aproximarse al hombre haciendo buena la máxima de que si no puedes con tu enemigo uneté a él. Siempre han estado ahí, decorando nuestros cielos con su estampa mítica. Dando vida a los torreones, a los campanarios, incluso a nuestros tejados y chimeneas. Su crotorar, "hacer el gazpacho" que es como se conoce por estos lares al castañeteo que realizan con sus picos, se ha convertido ya en parte de nuestro propio folclore.

Ya hace años, seguían a nuestros tatarabuelos en las labores de labranza, se "acoplaban" detrás de las bestias de labor, alimentándose de los saltamontes, ratoncillos y cualquier otro animalillo que afloraba a la superficie por la acción del arado. Hoy los tiempos han cambiado y ellas como buenas oportunistas han sabido adaptarse, han cambiado al caballo, a la mula, y al pequeño borriquillo, por los grandes tractores, por la moderna maquinaria. Pero ellas siguen haciendo lo mismo, siguen alimentándose tras las rejas del arado.

La cigüeña está en nuestra cultura desde siempre, desde que nos traen volando cuando somos bebes  en sus cómodos cestitos, hasta en multitud de fabulas y cuentos que nos leían en el colegio, en el rico y sabio refranero popular, la hermosa Cigüeña siempre ha estado presente. Es un placer oír las ceremonias protocolarias entre macho y hembra, cuando su crotoreo inunda los cielos de nuestros pueblos con ese sonido tan característico. 

Yo no contemplo mi vida sin ellas, allá por los años de mi infancia, me encantaba salir a observarlas en el arroyo próximo, me pasaba largos ratos mirando su deambular por las tierras enfangadas, con aquellos andares llenos de elegancia y majestuosidad. Era para mi una fiesta, el verlas llegar en primavera, tras su largo viaje desde tierras africanas, a posarse en la vieja iglesia, a llenar de vida sus espadañas.... Como digo hoy los tiempos han cambiado, la mayoría de las cigüeñas ya no migran, el incipiente cambio climático y sobretodo el que puedan encontrar comida con facilidad en vertederos y basureros, hace que cada vez viajen menos. Hoy en día sigo disfrutando de ellas, pero añadiendo alicientes nuevos, cuento a mis hijos las artimañas y los planes que urdía, para poder aproximarme a ellas cuando era pequeño, y los veo escuchar con atención, mirarme boquiabiertos, mientras voy grabando en sus corazones, sin que ellos se den cuenta, la impronta que estas hermosas y familiares aves grabaron a su vez en el mio, cuando yo era niño.

Desde aquí mi pequeño homenaje a unas aves, que como digo, siempre han estado junto a nosotros, haciendo feliz a los niños de antes y haciéndolo también a los niños de ahora. Un ave que se ha ganado a pulso el ser parte viva de nuestros pueblos, de nuestra cultura, y por tanto de nuestras propias vidas. 































martes, 22 de enero de 2013

Una historia de superación



Hola a tod@s.

Esta es la historia de un estornino al que la vida quiso poner aprueba. La muchas veces caprichosa naturaleza, lo había condenado con una malformación en el pico, que hacía que más que un estornino, y debido también al negro metálico de su plumaje, se asemejase más a un morito que a uno de su propia especie.

El pico corto y fuerte de los estorninos, en él, se había tornado exagerado y curvado. Un apéndice nada apropiado para desenvolverse como el resto de sus congéneres, no apto para alimentarse por ejemplo con los deliciosos higos, plato este, de entre los más apetecidos por estas ubicuas aves.

En el mes de agosto, en una de mis sesiones de tumbing, a la vera de la ya reseca charca abrevadero, pude observar y fotografiar a este personaje, que por otra parte, se había adaptado a la perfección, a tan rutilante y desorbitada herramienta.

Correteaba y deambulaba por las orillas de la charca, escudriñando cada grieta, cada profunda grieta de cuantas surcaban la desquebrajada tierra, introduciendo su extraño pico en cada una de ellas y extrayendo multitud de insectos que a sus compañeros, por lo corto de sus picos les era imposible atrapar. Lo hacía con tal habilidad y destreza que parecía algo innato ya, en su conducta.

Con certeza, desde que nació, se vio obligado a adaptarse para sobrevivir, y con el tiempo y su propio esfuerzo, no solo lo había conseguido, sino que se había hecho todo un experto en el manejo de semejante estilete.

Sin duda su capacidad de superación y sus ganas de vivir, habían hecho de él un estornino más de la bandada, raro, pero estornino.

Esta entrada me gustaría dedicársela a una persona a la que la vida ha puesto a prueba y seguro que con su afán de superación y sus ganas podrá con las barreras que su enfermedad se empeña en ponerle. Tu lucha y tu tesón harán que como el estornino de la historia consigas salir adelante, pero que a diferencia de él, a ti nunca te faltará el calor y el amor de los tuyos. Se fuerte Juli.












Para terminar, quisiera aprovechar la ocasión para desde aquí, felicitar a una amiga mía por el día de su cumpleaños. A pesar de no tener muy buenas notas estas navidades, me consta que se ha puesto las pilas y ya ha empezado a recuperar esa asignatura pendiente.

Feliz cumpleaños Eri, acepta este regalo en forma de fotografía de esa ave que tanto quieres y no olvides que has de esforzarte por que ellos así lo esperan. Un besazo y que seas muy feliz. 





























martes, 15 de enero de 2013

La leyenda de Alción ; El pescador de los Dioses



Hola a tod@s.

Esta es la historia de un amor imposible. Quiso el destino que desde el primer momento en que Alción, hija de Alcides, conociera al hijo de un poderoso genio, un apuesto joven llamado Hésperos, ambos se amasen profundamente.

Su desesperado amor los impulsó a embarcarse en el más oscuro azar que les tenían reservado los Dioses. Alción y Hésperos por fin sabrían, aunque por muy poco tiempo, lo que significaba la "libertad". Ante todo habían osado retar los designios divinos que les habrían deparado otro futuro muy distinto.

Así, en la oscuridad de una noche sin luna, robaron una pequeña barca y se hicieron a la mar juntos. Pero los Dioses no tardaron en desatar sobre ellos toda su cólera. Los dos amantes tenían poco tiempo para estar el uno la lado del otro.

Desde el mismo momento en que decidieron fugarse sabían que tarde o temprano serían castigados. Atesoraban en su pecho, como si fuese la mayor de las riquezas, cada uno de los segundos que permanecían juntos. Sin embargo su tiempo terminó y con él llegó la temida cólera divina. 

Fue inútil intentar huir, Hésperos no se resignó y planto cara, intentó luchar, pero para castigar su tremenda osadía, los Dioses con un hechizo lo convirtieron en fuego. Entre las llamas, aún agarraba la mano de Alción. Poco a poco su cuerpo ardía y se iba elevando hacia el cielo. Hésperos se convirtió en la aurora de la mañana.

Ella no dejaba de llorar y llorar, mientras él se instalaba en el firmamento, convirtiéndose en la estrella más brillante de la madrugada. Mucho lloró Alción, tanto que sus amargas lágrimas le salvaron la vida. Los Dioses, conmovidos, decidieron perdonársela. Pero a cambio fue condenada a una dolorosa metamorfosis. Su cuerpo se transformó en una pequeña pero hermosísima criatura alada. Tomó su plumaje el color azul del mar y los anaranjados tonos del amanecer. Y alzó el vuelo en busca de aquella hermosa y brillante estrella, capaz de iluminar la mañana.....

Así contaba la vieja leyenda griega la aparición de Venus, el lucero de la mañana, y el surgimiento de una de las aves más bellas del viejo mundo. El Martín Pescador. Por ello y en recuerdo de aquella desdichada joven que dio todo por amor, los zoólogos pusieron a este proyectil de colores azul-turquesa el nombre griego de Alcedo.

No puedo evitar, cada vez que veo a esta maravilla de colores eléctricos, sobrevolar el río a ras de agua, subir la vista al cielo en busca de Venus, y recordar una de las historias de amor más hermosas de cuantas escuché jamas.

Para mi amigo Javier Conejero. Sin su generosidad, las imágenes que os muestro a continuación no hubiesen sido posibles. Va por ti amigo mio.




























viernes, 4 de enero de 2013

Grulleando por el Complejo Lagunar de la Albuera; la ilusión de un niño



Hola a tod@s.

Quisiera comenzar el año hablando de grullas. Tengo la gran suerte de vivir en una zona grullera, concretamente muy cerquita del Complejo Lagunar de la Albuera (http://xtr.extremambiente.es/albuera/Paginas/Complejo.html). Dicho Complejo es, en sí mismo, un verdadero paraíso ornítico. Es el sistema de lagunas estacionales más importante de la región extremeña, aparte de mi sitio favorito para grullear.

Cientos de aves recalan año tras año en sus orillas, bien para pasar el invierno, bien para criar en primavera o simplemente utilizándolo como "estaciones de servicio", donde reponer energías en sus largos periplos migratorios. Estamos ante otro claro ejemplo de la riqueza ornítica que posee nuestra región, ya que en él, se han inventariado más de 150 especies de aves diferentes.

Si queréis tener una idea de las aves que se pueden ver aquí u en otros puntos de Extremadura, así como conocer los eventos más importantes que se realizan en la región en torno al fascinante mundo de las aves, no dejéis de visitar el siguiente enlace: http://www.birdinginextremadura.com/index.html

Como iba diciendo, vivir cerquita de dicho complejo es una suerte, sobre todo cuando en invierno puedo disfrutar con esas maravillosas escuadras que llenan con sus trompeteos los cielos limpios de mi Terruño, puedo disfrutar de esas aves míticas que cada año regresan por estos pagos buscando nuestras generosas dehesas. Puedo disfrutar de las grullas.

Uno de los momentos más gratificantes que yo haya vivido inmerso en la naturaleza, en los campos de mi amada Extremadura, las tiene a ellas como protagonistas, y fue la primera vez que llevé a mi hijo mayor  Jorge, a grullear por las lagunas de la Albuera.

Aquella mañana no la olvidaré jamas. Amaneció fría, los campos despertaron bajo un blanco manto de escarcha. La helada había sido grande, "Terrera", como se la llama por mi pueblo. Llamé a mi hijo temprano, no sin cierta lástima por sacarlo a esas horas de la cama, con el frío, pero el acontecimiento lo merecía.

Él se levantó sin pereza, casi con la misma ilusión, con que lo haría cualquier niño el esperado día de reyes. Estaba deseando conocerlas, me había oído hablar tantas veces de ellas que ahora que se acercaba el momento de verlas por primera vez, la sangre le fluía por cada poro de su pequeño cuerpo.

Tras tomar el colacao calentito y casi, casi, quemándose los labios, me dijo: "papá que ganas tengo de ver las grullas". Recogimos los bártulos y los cargamos en el coche. Aún no se veía y recuerdo que de camino hacia el complejo, miraba por el retrovisor de mi automovil y me sonreía cuando lo veía, literalmente enterrado, entre capas y capas de ropa y solamente podía apreciar sus inocentes ojos entre la bufanda y el pasamontañas. Inocentes, sin duda, pero con un brillo especial, ese brillo que da lo que se ansía conocer, ese brillo que sabe a aventura, un brillo en sus cristalinos ojos, medio llorosillos por la gélida temperatura, que no olvidaré jamas.

Al llegar al Complejo y dejar el coche, partimos hasta la próxima laguna grande. Él no dejaba de hacerme preguntas, inquieto, nervioso, con la voz entrecortada por el frió ; "¿Pero donde están las grullas?", "No las veo", "¿papá tu las ves?"," calla un momento hijo", le respondí. Al fondo, desde la mágica laguna cristalina, rompiendo la heladora brisa matinal, un atronador coro de voces se dejaba oír.

Cientos, miles de grullas que habían pasado la noche metidas en la protectora laguna, con el agua por las rodillas, a salvo de depredadores, saludaban al nuevo día con uno de los conciertos naturales más hermosos que ambos habíamos escuchado jamas. Con las primeras luces, escuadras y escuadras de grullas, no dejaban de levantar el vuelo, ajenas a un padre y a un hijo, que aquella fría mañana del mes de diciembre, tenían la inmensa fortuna de poder estar observándolas.

Muchas fueron las emociones de aquel mágico día, aún me parece estar viendo las hermosas formaciones geométricas reflejadas en sus ojos, mientras las miraba cuando sobrevolaban nuestras cabezas. Un alubión de preguntas vino detrás, su curiosidad de niño inquieto, no me dejaba contestarle a una pregunta cuando ya me estaba haciendo otra. Jamas olvidaré lo que disfrutamos los dos aquel día.

Ya han pasado varios años desde aquella entrañable jornada, lo que si he de deciros es que a pesar del tiempo ,a pesar de que ya sabe mucho sobre grullas y apesar de que cada año vamos juntos a disfrutar de ellas, sigo emocionándome cuando miro por el retrovisor del coche y aún conserva el mismo brillo en los ojos que tenía el primer día.

Vivimos en una región hermosísima, repleta de tesoros naturales. Extremadura es un referente ornitológico en todo el mundo y todos tenemos derecho a disfrutar de ella, siempre desde el respeto y la cordura. Pero si me permitís un consejillo, para todos aquellos que tenéis hijos, disfrutar de estas maravillas naturales junto a ellos, es algo que no tiene precio.

A mi hijo Jorge en su décimo cumpleaños. TE QUIERO.



Bando de grullas sobrevolando el Complejo Lagunar




Una de las lagunas del complejo







Bandadas de grullas entrando a las lagunas al atardecer



Grullas en las zonas de comedero del complejo










Mi hijo Jorge grulleando por el Complejo Lagunar



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